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El perfil de formación del abogado en la Región Caribe

29 de Septiembre de 2016

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Patricia Guzmán González

Miembro de la Junta Directiva de Acofade. Decana de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Corporación Universitaria del Caribe (Cecar)

 

La formación del abogado se ha convertido en tema de controversia y debate en distintos espacios académicos, hasta el punto de que ha generado el nacimiento de líneas y, por ende, proyectos de investigación científica que aportan soluciones a esta problemática en auge en Colombia. Tal es el caso de la línea Derecho y Formación de Abogados del Grupo de Investigaciones Sociojurídicas de la Corporación Universitaria del Caribe (Cecar). Este artículo, precisamente, se desprende de uno de sus proyectos.

 

Es así como en el pasado mes de abril, se realizó, con gran acogida, el I Encuentro de investigación en formación de abogados, en el Aula Múltiple de Cecar, evento que contó con el apoyo de la Asociación Colombiana de Facultades de Derecho (Acofade), cuya ponencia inicial estuvo a cargo de Carlos Mario Molina, quien planteó, de manera clara, el panorama de los requerimientos del Ministerio de Educación para la oferta de nuevos programas de Derecho y, desde un contexto global, las competencias del nuevo profesional del Derecho y la formación que requiere el estudiante del saber jurídico.

 

Igualmente, se reflexionó a través de las distintas ponencias presentadas por investigadores y semilleros de los grupos participantes, sobre las nuevas tendencias internacionales y nacionales en la formación de abogados, donde, a manera de conclusión, se pudo destacar la importancia de la formación en investigación de los estudiantes de Derecho.

 

El modelo pedagógico debe convertirse en el faro que oriente y dinamice las competencias investigativas en los estudiantes de Derecho, que fomente y desarrolle en estos un pensamiento crítico, autónomo, dialógico, acompañado de didácticas empleadas por los docentes que permitan generar problemas. Esto requiere de docentes cualificados con estudios de maestría y/o doctorado que evidencien una formación en investigación para que pueda generarse con mayor eficacia una cultura de la investigación a través de la construcción de herramientas que permitan llegar al perfil de formación de los nuevos profesionales del Derecho acorde con las exigencias mundiales.

 

Además, involucra una formación básica del abogado, pero perfilándolo desde el pregrado hacia la formación de posgrado, y surgen, entonces, nuevos interrogantes sobre las características de esa formación y sus implicaciones para la práctica profesional. ¿Cuál es el perfil de formación del estudiante de Derecho en la Región Caribe acorde con las tendencias mundiales del saber jurídico? ¿Cuál es el perfil del docente que forme el estudiante de Derecho en la Región Caribe? ¿Cuál es el currículo que forme ese nuevo perfil del estudiante de Derecho en la Región Caribe en un mundo globalizado?

 

Tres puntos importantes

 

Me llamó poderosamente la atención un estudio científico[1] que hace mención a tres aspectos importantes en la formación de abogados. El primero de ellos está relacionado con la construcción y reproducción del discurso jurídico que deben manejar los docentes frente a los estudiantes que forman, que propenda hacia el mantenimiento del orden social y el conocimiento del bloque de constitucionalidad para aplicarlo.

 

El segundo tiene que ver con las competencias por desarrollar en los estudiantes mediante la aplicación del Derecho para que a través de los mecanismos alternativos de solución de conflictos, de manera preferente, se puedan defender los intereses de quienes a futuro puedan recurrir a sus servicios, o, en el caso de los operadores judiciales, puedan ver más allá de la norma, para resolver el problema jurídico en una situación de conflicto, cualquiera sea el objeto de la controversia.

 

Por último, la variedad de roles en los que habitualmente se pueden desempeñar los profesionales del Derecho y la diversidad de papeles que están habilitados para cumplir en cada uno de ellos. Yo le agrego a todo ello, la permeabilidad de la investigación como eje transversal en el proceso de formación del abogado y que debe estar presente en los tres aspectos anteriores.

 

Formación jurídica y política

 

De acuerdo con lo anterior, el nuevo profesional del Derecho debe formarse, entonces, con una estrecha relación entre el campo jurídico y el político. Para ello, la investigación jurídica y sociojurídica brinda herramientas útiles que permiten crear ese perfil de estudiante frente a la relevancia social de la profesión, sumado a un plan de estudios con un fuerte componente interdisciplinar que permita  “transformar” al estudiante y deje a un lado lo pragmático que lo aproxime a un operador o algo meramente mecánico para convertirlo en alguien dotado no solo de los conocimientos apropiados para desarrollar las actividades que competen a la profesión, sino también de aportar soluciones a los problemas sociales y políticos del país.

 

Sería bueno pensar esta problemática de la formación de abogados desde la perspectiva sociológica, para que en la praxis jurídica puedan reflejarse dos componentes: el normativo y el social, que permita comprender las conductas que generan la necesidad del abogado. 

 

Ello implica formar al estudiante con un discurso normativo e instruccional, al cual ha de llegar luego del conocimiento adquirido a aplicarlo a través del conjunto de habilidades y destrezas, que el estudiante debe adquirir durante su tránsito por el programa académico, el saber conocer y el saber hacer. Y el otro tipo de discurso sería el regulativo, que, a diferencia del anterior, actúa sobre la dimensión expresiva de la conducta, esto es el saber ser y convivir con los demás, comprende los valores, principios, actitudes, etc., que orientan la forma de actuar del abogado, en una palabra, las “disposiciones interiores” que guían su conducta profesional.

 

El papel del docente

 

Por lo general, el docente, cuando desarrolla su clase a través de estos dos tipos de discurso, está formando al estudiante con una forma de ser y actuar como abogado, llevándolo a generar la identidad profesional propia de los abogados. Por tanto, el perfil del estudiante se consigue con un perfil de docente que lo forme con las anteriores anotaciones. Así, es fundamental que tenga esa formación en investigación, porque es a través de la investigación científica como se logra transformar el pensamiento del estudiante capaz de generar soluciones que transformen la realidad y el contexto, porque la labor docente no se reduce a la transmisión del conocimiento, implica siempre, aunque el profesor no se lo proponga de manera consciente, una serie de influencias a nivel más profundo que redundan en la subjetividad del estudiante que lo hacen ser sensible a los problemas de su región, del país y del mundo.

 

¿Por qué hoy se cuestiona tanto la formación del abogado en Colombia? ¿Será que la formación en Derecho debe ir más ligada a los problemas sociales más apremiantes y complejos de nuestro entorno? ¿Qué tipo de abogado se requiere para afrontar problemas difíciles desde una perspectiva sociojurídica?

 

En esta época de acuerdos para una construcción de una cultura de paz, este es el perfil del abogado que se requiere que propenda por una sociedad que demanda con mayor frecuencia condiciones de vida dignas, más justas y equitativas para todos. Y acorde con el papel central que deben cumplir los abogados en la construcción y el mantenimiento del orden social, no es suficiente un estudiante con un cúmulo de conocimientos jurídicos aislados de la realidad social. 

 

Nota: Este artículo se deriva del proyecto Perfiles de formación de estudiantes de Derecho en la Región Caribe 2010-2016. Investigadora principal: Patricia Guzmán González. Línea de Investigación: Derecho y Formación de Abogados. Grupo Giscer del CECAR.

 

[1] GRACIELA GONZÁLEZ, Manuela y otro. La formación de abogados y abogadas. Nuevas configuraciones. Ed. La Plata: Imás, 2014. 275 p.

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